Presentación
Una crisis política y socioeconómica en Venezuela provocó una salida de migrantes del país, desde 2016. Los venezolanos con los que me he reunido dicen que se vieron obligados a marcharse debido a la inseguridad, la violencia, la falta de acceso a alimentos y medicinas, tras perder sus ingresos.
Colombia es el país más afectado por este éxodo. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 1,7 millones de venezolanos se encuentran en Colombia, y trescientos mil son niños, una cifra subestimada, ya que no todos están registrados.
Durante dos años, he pasado semanas y meses en algunas de las zonas fronterizas, viajando por las rutas migratorias con aquellos migrantes que se llaman a sí mismos «los caminantes», y que no tienen dinero para llegar a una ciudad importante o a la siguiente frontera en autobús. Siguiendo a los migrantes más vulnerables, niños, adolescentes, embarazadas y madres lactantes, he sido testigo del colapso de Venezuela.
El Programa Mundial de Alimentos advierte ahora que la pandemia podría provocar hambrunas, golpeando a países que ya sufren de pobreza y hambre, como Venezuela y Colombia. El impacto económico del brote ha dejado a la gente en una necesidad urgente, empujándola más profundamente a la pobreza, el principal impulsor de la explotación y la vulnerabilidad.
En la frontera de La Guajira, en el norte del país, decenas de miles de migrantes viven en asentamientos informales en las afueras de las ciudades indígenas. No tienen acceso a agua corriente ni a servicios de saneamiento. Sin hospitales cercanos, sin pruebas adecuadas y sin la posibilidad de aislamiento individual, están ahora más expuestos al contagio. Allí he seguido a la partera indígena colombiana Frankilina Epiayu mientras ha atendido a mujeres embarazadas. Con su ayuda, una nueva generación nace al final de dos mundos en colapso. Gracias a su ejemplo de hermandad y solidaridad, las fronteras entre dos comunidades inestables, la indígena local Wayuu y los migrantes venezolanos, se han desdibujado y conectado.
Biografía
Nicoló Filippo Rosso (n. 1985) es un fotógrafo italiano que vive en Colombia. Después de graduarse en Literatura en la Universitá Degli Studi di Torino, en Italia, viajó a América Latina y se interesó por la fotografía mientras vivía con una comunidad indígena en la región del Putumayo. Su trabajo está comprometido con proyectos a largo plazo, y trabaja en asignaciones editoriales para clientes como Bloomberg News, The Washington Post, BusinessWeek, Le Point, Der Spiegel, Courrier International, y otros.
Desde 2016, Nicoló ha estado documentando el impacto de la explotación del carbón en la tierra y en la gente de la península de la Guajira en Colombia. Este trabajo ha sido exhibido en todo el mundo, y ha aparecido en numerosas revistas y publicaciones de periódicos. Actualmente, se dedica principalmente a documentar la migración de los venezolanos que cruzan la frontera con Colombia con destino a otros países de América Latina.