Presentación
Rosarno es una pequeña ciudad de la provincia de Regio de Calabria, en la costa mediterránea italiana, célebre por su producción de cítricos, aceite de oliva y vinos.
Sin embargo, el 7 de enero de 2010 Rosarno se hizo también conocida por los disturbios racistas contra las personas inmigrantes de origen africano. Entonces se evacuó a 2.000 personas africanas de la noche a la mañana con destino a otras zonas del país.
Una vez concedido el asilo, las personas refugiadas se quedan completamente solas, sin ningún tipo de apoyo público. Pero las refugiadas evacuadas de Rosarno no tenían otra opción que regresar de nuevo en busca de un empleo, solicitándoselo irónicamente a las mismas personas que las expulsaron unas semanas antes.
Las condiciones de vida son inenarrables. Viven en la periferia, en la miseria más absoluta: sin electricidad, sin agua potable, sin atención médica. Estas personas están completamente solas e intentan sobrevivir en un entorno que no tiene nada que ver con el sueño europeo y que en cambio les recuerda demasiado a las situaciones de las que venían huyendo.
Todas las mañanas, desde las 7, pasan horas y horas de pie en las principales carreteras, esperando desesperadamente que alguien les ofrezca una jornada de trabajo en las plantaciones por la que no cobrarán más de 25 euros. Cuándo van a cobrar, o incluso si van a cobrar o no, es algo que queda a la total arbitrariedad de la persona responsable de la plantación.
El sueño de una vida mejor en la próspera Europa desapareció hace mucho, dando paso a la desesperación y la impotencia. Las personas trabajadoras inmigrantes de Rosarno se enfrentan a una Europa sin salidas, incapaces de avanzar ni de volver atrás.