Santi Palacios, finalista de la 26ª edición por su serie "La masacre de Bucha"

Entrevistas

La fotografía contra el olvido de la barbarie


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Santi Palacios, finalista de la 26ª edición del Premio de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña

La exigencia de la inmediatez no resta ni un ápice de valor al trabajo fotoperiodístico realizado por Santi Palacios sobre las atrocidades cometidas en Bucha (Ucrania) y publicado hace un año. 

El finalista de la 26ª edición del Premio Luis Valtueña, retrata en imágenes el horror vivido en esa localidad cercana a Kiev, sitiada durante un mes por las tropas invasoras rusas, que desde el 24 febrero de 2022 ensordecen el país con sus bombardeos.

Reconocido con los más prestigiosos galardones, como el World Press Photo, Palacios considera que Bucha, convertida en uno de los símbolos de las barbaridades perpetradas por las fuerzas rusas en ese país, tiene vigencia no solo “porque la guerra en Ucrania continúa”, sino porque lo que sucedió en esa localidad “no debe caer en el olvido”.

La fotografía nace, en opinión de Palacios con “vocación de perdurar”, de generar espacios para “la reflexión” y despertar el «pensamiento crítico».

El fotoperiodista (1985), madrileño afincado en Barcelona, relata cómo en los últimos días de marzo de 2022 tras desplazarse a Kiev nada más conocerse el inicio de la invasión, esperaba el momento para acercarse a las zonas de combate. “Cada día pudimos avanzar un poco más”, recuerda, hasta que el 2 de abril, junto a un grupo de compañeros griegos, logró entrar en Bucha.

El escenario en Bucha era dantesco, cadáveres esparcidos por las calles

“Lo que nos encontramos fue dantesco”, relata. Los cadáveres estaban esparcidos en las calles, en el asfalto y en las aceras, con evidentes signos de violencia. 

En una de las instantáneas que conforman el ensayo fotográfico, Palacios enfoca a más de una docena de personas que yacen en la carretera y la acera de una de las calles. Algunos de ellos estaban esposados, otros tenían brazaletes blancos utilizados por los civiles como signo de neutralidad y la mayoría aparentemente fueron asesinados a tiros.

Rememora cómo al llegar los vecinos se acercaban a los coches de la prensa para que los acompañasen y conociesen las atrocidades allí cometidas.

Palacios fotografió otras escenas impactantes como la de ocho cadáveres de hombres maniatados a la espalda en el patio de un edificio que sirvió como cuartel general a las tropas rusas en Bucha. Imágenes que se unen a otras como la de un padre desenterrando en el jardín de su casa, a un hijo para que le pudieran hacer una autopsia o la de una mujer desnuda en el sótano de una casa con parte del cuerpo quemado.

«Los signos de violencia en los cadáveres, la desolación del paisaje, los rostros en shock de los supervivientes y sus testimonios hablaban de una masacre» cuya dimensión se fue conociendo según transcurrían los días, apunta Palacios. El descubrimiento de un gran número de víctimas civiles hizo que la Corte Penal Internacional abriese una investigación sobre los posibles crímenes de guerra cometidos por Rusia.

Valeriy llora junto al cuerpo de su hijo mayor, Oleksiy, asesinado a tiros en el centro de Bucha el 12 de marzo. Su cadáver, que había sido enterrado temporalmente en el jardín de su casa, fue desenterrado el 8 de abril para ser trasladado a una morgue para la autopsia antes de ser incinerado. En el desentierro participó el propio Valeriy junto a su otro hijo, Andriy, y familiares, amigos y agentes de policía.
Valeriy llora junto al cuerpo de su hijo mayor, Oleksiy, asesinado a tiros en el centro de Bucha el 12 de marzo. Su cadáver, que había sido enterrado temporalmente en el jardín de su casa, fue desenterrado el 8 de abril para ser trasladado a una morgue para la autopsia antes de ser incinerado. En el desentierro participó el propio Valeriy junto a su otro hijo, Andriy, y familiares, amigos y agentes de policía.

Emociones y sensaciones muy fuertes en una ciudad desolada

El fotoperiodista no olvida «las emociones y sensaciones muy fuertes» vividas durante esos días en una ciudad desolada, en los que tanto se compartían conversaciones con familiares de personas asesinadas como con personas encerradas en sótanos durante el mes que duró la ocupación.

Unas 3.500 personas quedaron atrapadas y sufrieron la violencia y el miedo, los bombardeos, la falta de electricidad, agua y calefacción.

Documentar problemáticas que necesitan un cambio

“Documentar problemáticas que me interesan, que son relevantes, que necesitan un cambio, dar a conocer lo que está sucediendo, que se reflexione, generar empatía cuando es necesario y ayudar a que se genere pensamiento crítico”, es el motor que mueve a este fotoperiodista reconocido con el Premio Nacional de Fotoperiodismo en dos ocasiones, 2015 y 2016, y ganador del Luis Valtueña en 2020.

Por ello y consciente de que «es difícil que una foto tenga una segunda vida», Palacios muestra su optimismo ante el hecho de que se muestre su trabajo finalista en la exposición que se exhibirá en Madrid desde el 4 al 28 de abril en la sala La Lonja de Arganzuela, porque enfatiza: «Las fotografías perduran en el tiempo, una cosa es el impacto de forma inmediata y otra cosa es el valor como documento, documento histórico, pasados los años esas fotografías estarán ahí».

La primera razón de un reportaje es publicarlo, asegura, para añadir que es una pena «que eso se quede ahí, con todo el esfuerzo que implica, una fotografía no se hace para que se mire una única vez, hay que montar espacios para volver a mirarlas, y reflexionar y generar pensamiento crítico”.

Falta de financiación para hacer un trabajo de calidad

Dedicado durante muchos años a cubrir rutas migratorias y conflictos armados, Palacios colabora con agencias de noticias y medios de comunicación internacionales como Associated Press, CNN, New York Times y Sunday Times, entre otros.

Comprometido y siempre llevando a cabo su trabajo con el máximo respeto, «porque -asegura- el vínculo también es personal con las personas fotografiadas». Enfatiza que el trabajo sobre el terreno implica dificultades, pero no son «las que más nos frustran, sino la financiación para hacer un trabajo de calidad».

Fotógrafo de rutas migratorias y conflictos internacionales, entre sus proyectos más inmediatos está el desarrollo del proyecto Sonda Internacional, un medio de comunicación independiente, sin ánimo de lucro, especializado en periodismo visual sobre la crisis climática. El problema «más importante que tenemos a nivel global» y sobre el que cuesta mucho generar imágenes que impacten, concluye el fotoperiodista.

Mercedes Bermejo