Presentación
En 1996 el gobierno argentino aprobó la comercialización de soja transgénica y el uso del herbicida glifosato. Argentina aprobó el uso de organismos genéticamente modificados (OGM) sin haber llevado a cabo sus propios estudios, tomando como pruebas científicas únicamente las publicadas por la empresa Monsanto. El cultivo de soja transgénica se autorizó en tan solo tres meses mediante un procedimiento administrativo. Desde entonces, el país se ha convertido en un campo de experimentación. En 2015, tras casi 20 años, más de 24,5 millones de hectáreas, el 60% de la superficie cultivada del País, han sido tratadas con 320 millones de litros por año de agro tóxicos (200 millones de litros de glifosato más 120 millones de litros de otros herbicidas, insecticidas y fungicidas) prohibidos en la mayor parte de los países del mundo.
Según la información proporcionada por los municipios donde se realizan las fumigaciones, 13,4 millones de personas se han visto afectadas.
Una encuesta de salud llevada a cabo por la Universidad de Rosario ha demostrado que, en los municipios donde se realizan las fumigaciones, la incidencia de enfermedades oncológicas es dos o tres veces superior a la media nacional. En algunos de estos municipios, los casos de malformaciones entre neonatos y los abortos espontáneos han aumentado de forma exponencial, al mismo ritmo que los cultivos transgénicos.
Otras consecuencias de este modelo agroindustrial son el desplazamiento de poblaciones indígenas y la tala masiva de bosques autóctonos.
El negocio de los agrotóxicos en Argentina está liderado por un grupo de 25 empresas nacionales e internacionales, que obtienen casi 2.550 millones de dólares al año fruto de la comercialización de plaguicidas.De forma perversa, los medios de comunicación han ocultado las indignantes cifras de personas afectadas, haciéndose así cómplices de los responsables directos: Monsanto, políticos, grandes terratenientes y bancos de semillas.
Biografía
Desde los 18 años hasta la actualidad trabaja como fotógrafo para el diario argentino Página/12.
En 2005 y 2014 fue galardonado con la beca Fundación García Márquez.
En 2001 documentó la crisis política y social en Argentina y sus imágenes, junto a las de otros fotógrafos, formaron parte del libro “Episodios argentinos, diciembre y después”, cuyos textos fueron redactados por el escritor Tomás Eloy Martínez.
Entre 2004 y 2008 coordinó un taller para niños, niñas y adolescentes en riesgo de exclusión en la Isla Maciel en Buenos Aires, cuyo resultado ha quedado plasmado en el libro “Ojos y voces de la Isla”.
Su trabajo fotográfico ha sido premiado en diversos festivales internacionales como el que organiza la Fundación Manuel Rivera Ortiz, el Festival Internacional de la Imagen de México o el International Photography Award, entre otros.
En los últimos dos años sus imágenes se han expuesto en países como Italia, España, Francia, China, Turquía o Australia.