Al fotoperiodista colombiano Federico Ríos, finalista del Premio de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña por su trabajo sobre migrantes atravesando el peligroso Paso del Darién, una escarpada selva entre Sudamérica y Centroamérica, le duele como el mundo ha decidido voltear la mirada hacia otro lado y desentenderse de la migración.
La sociedad debería «cachetearse un poco y empezar a buscar formas de ayudar, porque no podemos como humanidad llegar a esos niveles tan brutales de indiferencia, destaca en conversación con Médicos del Mundo el fotoperiodista, colaborador de The New New York Times y otras publicaciones internacionales.
Un proyecto que no surgió de cero
Convencido de la fotografía muestra lo que está sucediendo al tiempo que se convierte en un registro notarial para la historia, el proyecto de documentar las duras condiciones de quienes atraviesan la selva del Tapón del Darién no surgió de cero, Ríos lleva retratando la migración venezolana y, en general, otras migraciones desde hace más de diez años.
Las imágenes de Federico Ríos reflejan escenas muy dramáticas, cada foto es una historia humana. Entre ellas destaca la de una mujer embarazada que cayó por una colina y que podría haber perdido a su bebé a causa de ello. Otras imágenes retratan a familias enteras cruzando este peligroso paso.
La selva un escenario peligroso
Y es que pese a la imagen idílica que podamos tener de la selva, «muy linda en fotos», el fotoperiodista asegura que es «un escenario peligroso» y, sobre todo cuando las personas que la están atravesando «no están preparadas para ello, no están entrenadas».
El fotógrafo cita otros peligros a la hora de atravesar este intrincado camino, emboscada mortal para miles de personas.
Y así apunta la existencia de «grupos ilegales que están llevando personas de un lado para otro, cobrando dinero». Muchas veces son» grupos organizados» y otras son» indígenas locales» que por el paso de estas personas por su territorio y «cobran cifras exorbitantes» a quien decide atravesar el Tapón del Darién.
Añade que además de esos grupos también hay «asaltos, robos, violaciones, asesinatos, golpes y muchos otros peligros», sin olvidar los propios de la selva como los animales, la lluvia, las crecidas de los ríos o los árboles con espinas.
A lo que se añade el peso en la espalda con el que cargan los migrantes a la hora de atravesar la selva. A medida que pasan los días deciden dejar las cosas tiradas al no poder cargar con ellas y así «empiezan -relata- a quedarse sin comida y sin agua, lo que se convierte en un gran riesgo, porque sin alimento y sin agua no tienes energía y las posibilidades de morir en medio de la selva vuelven a ser muy altas».
Los países de origen de los migrantes varían a menudo
El país de origen de las personas que deciden atravesar el Tapón del Darién ha variado muchísimo en los últimos años, explica el fotoperiodista, merecedor de prestigiosos galardones internacionales como el Premio Hansel-Mieth Preiss en 2019.
«Hace cinco años la mayoría de los migrantes eran cubanos que venían a Latinoamérica y luego usaban el tapón del Darién.
En 2021, después de la muerte del presidente de Haití, muchos haitianos que vivían en Latinoamérica sobre todo en Brasil decidieron cruzar la selva y, en ese momento, el pico máximo de migrantes que usaban el Tapón del Darién eran haitianos». Fue la primera vez que el fotógrafo viajó a la selva para regresar en el 2022 cuando a finales de ese año la mayoría de los migrantes que la cruzaron eran venezolanos.
Sin embargo, en este momento, subraya el fotógrafo, los ecuatorianos conforman «el pico mayor de migrantes», aunque hay personas de al menos de 37 países cruzando la selva, apunta Ríos.
Ausencia de políticas migratorias
No hay, en su opinión, «ni en Venezuela, ni en Colombia, ni en Panamá, ni en los Estados Unidos (país al que se dirigen la mayoría de los migrantes) políticas para para proteger o para ayudar a estas personas, sino al contrario políticas que ponen en riesgo» sus vidas.
«Migrar arriesgando la vida a través del Tapón del Darién, no debería ser una opción porque los riesgos que implica esta situación son demasiado altos y porque además el número de personas que han muerto atravesando la selva es alto también, nadie debería estar obligado a una situación tan dramática como esta», reflexiona.
Por ello recuerda que hay muchos profesionales en este momento que están fotografiando la migración » y -puntualiza- lo que estamos haciendo es sumándonos a un coro de voces que pide que la humanidad no olvide y no ignore esta situación».
Consciente de que el Tapón del Darién no es el único paso migratorio que implique muertos, el propio Mediterráneo también es una gran fosa común de migrantes que perdieron su vida mientras intentaban conseguir mejores condiciones de vida, concluye que es muy importante generar conciencia sobre qué es lo que está sucediendo con la migración alrededor del mundo.
Mercedes Bermejo